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Convivencia e inmigración en la calle Descalzos. Una mirada de cerca

27/08/2024

Un antiguo cuento decía: en el pueblo, sentado en la huerta, observé en la distancia algo que se acercaba desde la montaña. Parecía ser un monstruo de tres cabezas y corrí despavorido a casa para armar la escopeta. Cuando se acercó un poco más vi que no era un monstruo, sino un gran oso, así que metí los cartuchos. Cuando estaba a cien pasos observé que era un hombre, con aspecto peligroso. Me coloqué la culata en el hombro y le apunté, quitando el seguro. A cincuenta pasos le vi un aire vagamente familiar y retiré el dedo del gatillo. Cuando estaba a diez me di cuenta de que era mi hermano, que volvía después de años cargado de bártulos. A unos pasos ya, corrí a abrazarle.

Los supuestos «problemas de convivencia» y la «sensación de inseguridad» que parecen tener algunos vecinos de la calle Descalzos, debido a los jóvenes magrebíes que acuden a descansar a un local de la calle, probablemente se deban más al desconocimiento y a los prejuicios que a sucesos reales. En la distancia cualquier cosa puede parecer un monstruo. Como vecino de la calle me han invitado a entrar en su local, he conversado con ellos y hemos tomado un té. He sabido que un grupo de mujeres musulmanas que utilizaban el local hace meses, recientemente reformado, se lo han cedido altruistamente a jóvenes magrebíes que malvivían en la calle. Para que así, al menos, tengan un espacio cubierto donde orar, descansar, tomar un té y sentirse mínimamente acogidos. Personalmente no he visto ningún incidente, a no ser los que produce la Policía Nacional y local pasando constantemente a identificarlos y hostigarlos sin otra razón que su diferente nacionalidad. El caso es que la migración y la pobreza existen, y parece que parte de la sociedad no quiere verla. Llevamos siglos saqueando sus riquezas y recursos, produciendo un cambio climático que les afecta principalmente a ellos y construyendo muros y vallas cada vez más altas y mortíferas para impedir su llegada. La Ley de Extranjería les impide trabajar durante los dos o tres primeros años, imposibilitando que se incorporen a la ciudadanía, paguen impuestos y pensiones, y contribuyan a enriquecer nuestra sociedad.

Localmente, tampoco se les da una salida y las ayudas básicas como sanidad, padrón, alimentación o techo dejan a muchas personas fuera del sistema. Seguirán llegando, y cada vez más, porque la diferencia de renta Norte-Sur va en aumento y toda persona tiene derecho a migrar y a salir de su país, según indica la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Nuestra mirada debe cambiar, desde lo local a lo global, a lo estructural, para que los tiempos que vengan encuentran una sociedad más integradora, rica y multicultural.

Álvaro Cía PIM-MIG (Punto Información Migrantes) y vecino de la calle Descalzos

Publicada en Naiz y Diario de Noticias de Navarra

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Muchas luces, poca iluminación

6/01/2025

El Ayuntamiento de Pamplona quiere tener las calles llenas de personas sucias, desnutridas, enfermas y atenazadas por el frío, eso sí iluminadas con luces LED de colores y música navideña. La acogida en nuestra ciudad a personas sin hogar se regía, hasta este invierno, por el Protocolo contra el Frío, de la Ordenanza Municipal de Alta Exclusión (2012) , que indica que “se activa siempre que la temperatura sea de 3 grados centígrados o menor, así como con circunstancias climatológicas especialmente desfavorables como lluvia intensa, nieve, u otras circunstancias naturales graves que lo hagan necesario. (…) Es una emergencia humanitaria por la que se pretende que ninguna persona tenga que dormir en la calle cuando hace frío extremo.” Marcaba unos mínimos de humanidad y se definía como emergencia humanitaria.

El concejal delegado de Acción Social del Consistorio pamplonés, Txema Mauleón, afirmó que “este año, en el marco de la ola de frío, hemos aprobado una cuestión novedosa que es un protocolo de actuación para situaciones de emergencia”. Se trata del Protocolo de Actuación para la Atención a las Personas Sin Hogar en Situaciones de Emergencia Humanitaria, y se activa con la previsión de bajas temperaturas, con mínimas por debajo de 1º y máximas diarias por debajo de 5º. Por tanto, con esta “cuestión novedosa”, lo único que se logra es restringir más la acogida y que decenas de personas sean expulsadas de los albergues y duerman en la calle a bajo cero, porque por el día estamos a 6ºC, como sucedió el jueves pasado, cuando casi un centenar de personas fueron expulsadas del albergue tras 4 escasos días de acogida. En realidad, suelen ser escasísimos los días en que confluyen ambas circunstancias durante el invierno, pues los días anticiclónicos suelen traer fuertes heladas por la noche y sol por el día, que sube algo las temperaturas.

El Consistorio, por añadidura pone todo tipo de impedimentos para empadronar a estas personas, cuando el padrón es un mero trámite burocrático que lo único que certifica es que tal persona reside en la ciudad, sea en una vivienda, hacinado en una habitación o incluso debajo de un puente. El problema es que, si no tienes padrón, los servicios sociales no te reciben, ni siquiera en la Oficina de Alta Exclusión. No se les da un pase para las duchas públicas, ni entran en lista de espera para el comedor social, ni tarjeta sanitaria, ni nada de nada. No existen y, así, los tenemos sucios, sin comer, enfermos y ateridos por el frío y la humedad invernal.

Quizás quieren que se vayan ¿a dónde? Llevamos siglos explotando las riquezas naturales de sus países, no olvidemos que Europa es muy pobre en recursos. Petróleo, gas, diamantes, minerales para nuestros productos de eficiencia energética y alta tecnología (coltán, tántalo, litio, níquel, aluminio, fosfatos…); café, cacao y productos agrícolas, de los que gran parte son para engordar a nuestro ganado con nuestra dieta insostenible, pesca, maderas tropicales, turismo low cost, etc, etc. Tenemos las aduanas abiertas para sacar sus recursos por poco dinero y, cuando son las personas las que quieren venir, cubrimos de alambradas las fronteras, para que mueran en el mar en rutas cada vez más peligrosas; y, cuando algunas alcanzan por fin nuestro territorio, les ponemos todas las trabas posibles.

Pues bien, este es el mundo que hemos creado, un daño estructural por el que tenemos una deuda histórica y toca rendir cuentas, no vale decir que no hay recursos suficientes. Los recursos se redistribuyen y la responsabilidad es general, tanto de Ayuntamientos como del Gobierno de Navarra, que financiamos con nuestros impuestos. Pensar globalmente y actuar localmente. No existe un efecto llamada, existe un efecto expulsión de sus territorios que hemos provocado por este sistema tan “perfecto” llamado capitalismo, que busca el máximo beneficio sin tener en cuenta las víctimas humanas y la destrucción de la naturaleza que queda en el camino.

Por nuestra parte el Ayuntamiento puede apagar la parte proporcional de bombillas de Navidad que nos corresponde (439.882€ dedicados este año) y destinarla a techo y comida para todas estas personas que están en la calle, y dar un paso hacia la corresponsabilidad y la justicia social.

Ayuntamientos y Gobierno de Navarra, deben aunar fuerzas para que nadie duerma en la calle en esta situación de emergencia humanitaria.

ÁLVARO CÍA y CARMEN LACUNZA

Publicada en Diario de Noticias y Diario de Navarra

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Combatamos el racismo

22·03·24 |

“Me llamo Abderrahmane y soy de Argelia. Llevo medio año viviendo en Pamplona. Los primeros meses dormía en la calle y no tenía nada para comer. Pasaba hambre, frío y mucho miedo. Desde hace unos meses la mayoría de las noches estoy pudiendo dormir en un albergue, aunque paso todo el día sin comer. Mi madre no sabe que estoy pasándolo tan mal. Cuando hablo con ella le digo que estoy muy bien, para no preocuparla y para que no sufra ella también.”

Cada día decenas de personas pasan hambre en una Comunidad que presume de riqueza. Quienes duermen en el albergue provisionalmente habilitado en González Tablas pueden cenar y desayunar allí; si se cierra, muchos no sólo quedarán sin techo, también sin nada que comer; tampoco desayuno y cena. Son en su mayor parte jóvenes que vienen a trabajar -muchos con formación en distintos oficios o con estudios- y a los que la ley de extranjería impide trabajar legalmente hasta tener los papeles en regla, algo que no consiguen hasta pasados una media de cuatro años. Se les llama ilegales y la policía les acosa una y otra vez, cacheándoles constantemente en la vía pública como si fueran delincuentes sólo por su aspecto físico -que delata su origen- estigmatizándoles más si cabe ante el resto de la ciudadanía. Quienes consiguen ingresos tienen serias dificultades para acceder a viviendas en alquiler, habitaciones en realidad, porque quienes alquilan les cuelgan el teléfono en cuanto oyen su acento.

Esta situación es el resultado de un sistema que alimenta el enriquecimiento de unas pocas empresas y personas a costa de la exclusión de millones de personas, de una sociedad en la que consumimos, producimos, importamos y contaminamos a un ritmo que no pueden sostener ni el planeta ni las sociedades a las que dejamos empobrecidas. De sus países de origen extraemos petróleo, gas, coltán, fosfatos, oro, diamantes, café, cacao, pescado, cereales y montones de productos a muy bajo precio, devolviéndoles residuos y un cambio climático que, por añadidura, es más severo en sus latitudes. A continuación, levantamos un alto muro, vallas y concertinas y un ejército armado hasta los dientes en las fronteras. Y, si consiguen sobrevivir a rutas cada vez más arriesgadas, les mantenemos arrinconadas y sin derechos poniendo todas las zancadillas posibles, a pesar de que acaban realizando los oficios más básicos y duros, y también los peor pagados; como el cuidado de la población de más edad o enferma, en el caso de las mujeres, o la agricultura, construcción y hostelería.

Se dice que están llegando muchos… ¿Nos extraña? Es el resultado de la desigualdad creada durante décadas y a la que sólo hemos mirado de soslayo como si no fuera con nosotras.

Exigimos a las instituciones navarras que garanticen urgentemente a todas las personas que viven en Navarra el cumplimiento del derecho a techo y a comedor, así como un compromiso real para combatir el racismo estructural, social e institucional. Exigimos que se dé cumplimiento inmediato al deber de empadronar a todas las personas que estén residiendo en Navarra.

Llamamos a la ciudadanía a la manifestación que con motivo del día contra el racismo se celebrará el próximo sábado 23 de marzo a las 12 del mediodía en la Plaza de Merindades.

Así mismo, os animamos a trabajar activamente para la integración de estas personas en la sociedad, personalmente o colaborando con las distintas iniciativas de asociaciones locales.

Carmen Lacunza Astiz / Álvaro Cía García

Punto de información a personas migradas / Migratuendako Informazio Gunea

Publicada en Diario de Noticias y Naiz –

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Querer es poder

8/01/2024

Desde distintas entidades sociales se lleva reclamando alojamiento y comida para las personas más vulnerables de nuestra sociedad desde hace meses. Algo tan lógico y evidente como la exigencia de cumplir la Ordenanza de Alta Exclusión del Ayuntamiento de Pamplona en las situaciones de ola de frío o inclemencias extremas, que indica específicamente que nadie dormirá en la calle en tales situaciones.

Quisieron las instituciones, representadas por la ex-alcaldesa Cristina Ibarrola y la consejera Carmen Maeztu, retratarse inaugurando el nuevo albergue afirmando que con dicho servicio nadie quedaba ya en situación de calle. Pero la imagen salió movida y oscura, porque se constató rápidamente que el recurso era insuficiente y que todavía había entre 30 y 50 personas durmiendo en la calle, a temperaturas de 0 grados, y con mantas y sacos que solo gracias a la generosidad ciudadana se pudieron conseguir. Personas hambrientas, enfermas, castigadas por el frío, la lluvia y la desilusión, continuaban vagando en las duras noches de Iruña esperando la lotería de que una noche les dieran albergue, en las dos horas de humillante espera ante sus puertas.

“Este año se ha hecho un gran esfuerzo”, “no es posible encontrar alojamientos”, eran las palabras de dichas autoridades ante el requerimiento de algunos activistas. El pasado 28 de diciembre hubo un cambio de gobierno en el Ayuntamiento de Pamplona. Esa misma noche se ampliaron las plazas en albergues y se dieron bonos para pensiones a todas las personas que estaban en situación de calle.

Todavía faltan muchos asuntos que ir mejorando, pero lo urgente, al menos, se solucionó en un instante simplemente con la voluntad de hacerlo. Es necesario que se proporcione empadronamiento, alimentación, salud y alojamiento. Hacen falta procesos a medio y largo plazo que logren que estas personas en alta exclusión sean reconocidas como ciudadanía con plenos derechos. Una regulación de papeles extraordinaria que les permita trabajar legalmente cubriendo empleos para los que hay demanda, y seguir ampliando programas de integración social.

Sólo así podremos considerarnos una tierra de acogida y lograremos enriquecernos como sociedad con las aportaciones de tantas y tantas personas cuyo único delito es el querer mejorar su futuro huyendo de países cuyo desarrollo ha sido desbaratado e hipotecado por la avaricia de las naciones de Occidente enriquecidas a su costa.

ABEL SANZ LÓPEZ

Publicado en Diario de Noticias

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Pertsonak kalean, errealitate onartezina

4/12/2023

El repiqueteo de la lluvia les despierta, mojados, con un frío que les llega hasta lo más profundo del alma. Porque no sólo duele el frío, sino la desidia y el olvido de una sociedad a la que han llegado para trabajar y enriquecer, y que les da la espalda amparada por unas leyes deshumanizadas.

Joan den larunbatean, hilak 25, Nafarroako hainbat elkartek premiazko bilketa antolatu genuen, neguko egun hotz hauetan gauak aterperik gabe pasatzen dituzten pertsonei lo zakuak eta mantak emateko. Herritarrek 42 zaku eta beste hainbeste manta ekarri zituzten, eta zuzenean eman zitzaizkien erakundeen utzikeria eta ahanztura jasaten duten gazte ugari horiei. Kalkulatzen dugu gaur egun 100 pertsona inguru daudela kalean, gehienak 18 eta 35 urte bitarteko gazte magrebtarrak, haien artean oso zaurgarriak diren emakume batzuk ere.

Horrenbestez, ez dira betetzen Udalaren Baztertze Handiko pertsonendako Ordenantza eta Hotz-Protokoloa. Arau horien arabera, “inork ez du kalean lo egin behar muturreko hotza egiten duenean” eta hurrengo kasuetan aktibatuko da: “tenperatura 3 gradu zentigradukoa edo baxuagoa denean”, “euri ugari egiten duenean, elurra egiten duenean…”. Parametro horiek betetzen ari dira azken gauetan, eta dozenaka pertsonak kalean lo egiten jarraitzen dute, baldintza penagarrietan, batzuk gaixo —kalean bizitzeak gaixotu egiten ditu— eta etengabeko beldurrez.

Horri guztiari gehitu behar zaio Iruñeko Udaleko Bazterkeria Handiko Bulegoko hitzorduak atzetatzea edota bertan behera uztea. Erroldatzea ere atzeratzen da, izapide hori izanik Iruñean bizi direla egiaztatzen duena, kalean bada ere, eta gutxieneko baliabide humanitarioei atea irekitzen diena, hala nola osasunari eta elikadurari. Horrela, errolda-salmenta bultzatzen da, batzuetan urtean 600 eurotan, eskrupulurik gabeko oportunisten onerako.

Nafarroako Gobernuko Eskubide Sozialen Departamentuak dio hemendik gutxira 50 plazako gune bat jarriko duela egun bateko edo biko aldietarako. Espazioa lehenbailehen irekitzea espero dugu, behar duten pertsona guztiak eta jarraian hartzeko. Publikoki eskertzen dugu herritarren elkartasuna eta erakundeei -Gobernuari eta Udalari- eskatzen diegu pertsona horiei aterpea emateko, zenbaki anodinoen atzean Mohamed, Ibrahim, Fatima, Mariam, Khalil, Amid edo Abdel bezalako pertsonak ezkutatzen direlako. Erromesaldi gogorra daramate, eta haien delitu bakarra migratzea da, beraientzat eta bizi diren gizartearentzat lan egiteko eta etorkizun hobea lortzeko.

Álvaro Cía,

PIM-MIG, Oxfam Intermon, Elkarri Laguntza, SOS Arrazakeria eta Paris 365en izenean.

Publicada en Naiz 4/12/2023

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Dormir en la calle, una realidad intolerable

26 NOVIEMBRE 2023

Despertarse al alba, húmedo, con un frío que entumece los huesos hasta el tuétano, entre basura y ratas, tosiendo y sin nada que llevarse a la boca. Así es la realidad de muchos jóvenes en nuestra “civilizada” ciudad de Pamplona, a día de hoy.

El pasado sábado 25, varias asociaciones locales organizamos una recogida con carácter de urgencia para proveer de sacos de dormir y mantas a las numerosas personas que pasan las noches al raso en estos fríos días de invierno. La ciudadanía trajo 42 sacos y otras tantas mantas que directamente se entregaron a los numerosos jóvenes que sufren la desidia y el olvido de las instituciones. Calculamos que a día de hoy hay unas cien personas en situación de calle, la mayoría jóvenes magrebíes de entre 18 a 35 años, aunque también algunas mujeres muy vulnerables.

Se incumple así la Ordenanza de Alta Exclusión del Ayuntamiento y el Protocolo de Frío que establecen que “ninguna persona tenga que dormir en la calle cuando hace frío extremo”, activándose “siempre que la temperatura sea de 3 grados centígrados o menor” o” con lluvia intensa, nieve…”. Estos parámetros se están cumpliendo en estas últimas noches y docenas de personas siguen durmiendo en la calle en condiciones infrahumanas, algunos enfermos – vivir en la calle les enferma- y con miedo constante.

A todo esto hay que sumar la anulación de citas en la Oficina de Alta Exclusión del Ayuntamiento de Pamplona y la demora en recibirles o en proporcionarles empadronamiento, mero trámite que verifica que están viviendo en Pamplona, aunque sea en la calle, y que les abre la puerta a unos mínimos recursos humanitarios, como sanidad o alimentación. Se fomenta así el mercadeo y la venta de padrón, a 600 €/año según nos dicen, por parte de oportunistas sin escrúpulos.

El Departamento de Derechos Sociales del Gobierno de Navarra dice que en breve tiene previsto habilitar un espacio de cincuenta plazas para periodos de uno o dos días. Esperamos que el espacio se abra lo antes posible y no sólo para uno o dos días, así como que acoja a todas las personas que lo necesiten.

Agradecemos públicamente la solidaridad de la ciudadanía y exigimos a las instituciones, Gobierno y Ayuntamiento, que den cobijo a estas personas, porque detrás de los números anodinos se ocultan personas como Mohamed, Ibrahim, Fátima, Mariam, Khalil, Amid o Abdel. Son personas que arrastran un duro peregrinaje y cuyo único delito ha sido migrar para trabajar y lograr un futuro mejor para ellos y para la sociedad en la que residen.

Álvaro Cía,

en representación de PIM-MIG, Oxfam Intermon, Apoyo Mutuo, SOS Racismo y París 365.

Publicado en Diario de Noticias de Navarra

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La burocracia, un muro invisible

ISABEL DÍEZ-DÍAZ – 20 JUNIO 2021

El lunes 12 de abril se acercó al Punto de Información para personas Migradas/ Migratuendako Informazio Gunea (PIM-MIG) un joven tremendamente triste; tenía 29 años y había salido de su país con ilusión por trabajar y buscar un futuro mejor para él y su familia. No tenía dinero, ni comida, ni techo, ni ropa de abrigo. Hacía mucho frío. El Punto de Información lo formamos unas pocas personas voluntarias que atendemos presencialmente una hora a la semana. No tenemos subvenciones ni recursos. Tratamos de encontrar techo al joven al menos para unos días. Telefoneamos al albergue de Trinitarios, pero estaba cerrado por un caso de Covid; al albergue de Jesús y María (en ese momento cerrado a peregrinas y abierto para personas en situación de emergencia), pero nos dijeron que sólo atendían a personas empadronadas; a la Policía Municipal, pero nos dijeron que no tenían bonos (para) de pensión para él; de nuevo al albergue Jesús y María y, tras mucho insistir, dejaron que pasara una noche.

A las 9.30 de la mañana del día siguiente pasé a buscarle al albergue con un abrigo. Tenía la esperanza de que acompañándole podríamos encontrar algún recurso, porque volvía a estar sin techo ni comida. Nos acercamos a la Unidad de Barrio del Casco Viejo y esperamos el turno, pero cuando nos tocó se negaron a atenderle porque no estaba empadronado. Fuimos entonces al Servicio de Alta Exclusión del Ayuntamiento; esperamos un buen rato, pero tampoco le atendieron porque no tenía padrón. Seguidamente llegamos a Cáritas pero, como atienden sólo con cita, no le recibieron. Le dieron una cita para unos días después en la que tampoco le darían opciones por estar la entidad desbordada.

Descansamos un momento para llamar a una compañera del Punto que paralelamente trataba de buscar por teléfono. Me dijo que los educadores del comedor municipal le habían explicado que era un servicio para personas empadronadas, que también había probado con la Dirección de Políticas Migratorias, pero que sólo había podido hablar con la administrativa, a la que contó la situación pidiendo que transmitiera el mensaje, pero no le devolvieron la llamada.

Después de colgar, fuimos hasta el Paris 365 para preguntar si podía comer allí. Nos atendieron muy rápido, pero no tenían plazas libres. Hacia la 13h00, DESESPERADA, llamé por teléfono al Ayuntamiento, pero me dijeron que la competencia era de Bienestar Social del Gobierno, así que también lo intenté allí, pero dijeron que la competencia era municipal. Llamé a la Dirección de Politicas Migratorias y de allí llamaron al Servicio de Alta Exclusión del Ayuntamiento, a dónde nos dijeron que fuéramos. Volvimos de nuevo al Ayuntamiento y esperamos hasta que la técnica de Alta Exclusión salió de una reunión. A las 14,30 nos atendieron; esta vez le dieron un bono para una semana de comida en el comedor municipal y una noche más de albergue. Llevábamos desde las 10 dando vueltas de ventanilla en ventanilla.

Este recorrido administrativo, además, es mucho peor cuando van solos. Primero porque no saben dónde dirigirse y este deambular les puede costar varios días. Y segundo porque suelen tener la barrera del idioma, no entienden bien el funcionamiento de nuestra burocracia (si es que alguien puede entenderla) y, según hemos constatado, el trato que se les dispensa, en muchas ocasiones, no es el mismo si van acompañadas con una persona local que si llegan solas.

La mayoría de las personas migradas que viven entre nosotras no viajan por placer; llegan, generalmente, después de un largo calvario, huyendo de guerras o de la pobreza provocada por el saqueo de los recursos de sus países por los países del norte, buscando una vida digna. La burocracia es otro de los muros a los que se tienen que enfrentar; es un muro invisible pero tremendamente eficaz. Los requisitos burocráticos imposibles de cumplir para muchas personas les convierten en personas sin derechos; lo que posibilita su explotación en nuestros campos, cuidando a nuestros mayores o en nuestros prostíbulos. Son personas que sueñan con una oportunidad para poder trabajar, obtener derechos como persona y tener una vida digna; lo mismo que no hace tanto hicieron muchas personas de aquí trabajando en Latinoamérica o Europa y lo mismo que está haciendo ahora una parte de nuestras y nuestros jóvenes que no encuentran aquí trabajo.

¡Pedimos atención digna para todas las personas!

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Presentación PIM

Primavera de 2020, se presenta el Punto de Información para personas Migradas (PIM), Pertsona Migratuendako Informazio Gunea (MIG) en Iruñea, decenas de personas y colectivos se unen apoyando esta iniciativa.

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CONFINAMIENTO Y HACINAMIENTO EN PAMPLONA

ÁLVARO CÍA GARCÍA 24.04.2020

Nasly tiene 32 años, procede de Colombia, tiene 2 hijas de 6 y 12 años. Viven en una habitación de menos de 8 m2 en la Rochapea junto con Andrea, también colombiana, y sus criaturas de 3, 5 y 7 años. Por esa habitación Nasly paga 350 € al mes. La habitación es tan pequeña que sólo cabe una cama de matrimonio, ni siquiera da para poner otro colchón en el suelo. En esa cama duermen las 7. En esa cama tratan de hacer las tareas escolares y en ese espacio minúsculo tratan de llevar una vida digna estas mujeres luchadoras. Nasly acogió a Andrea solidariamente por no dejarla en la calle con sus pequeñas.

El Ayuntamiento de Pamplona y el Gobierno de Navarra están dejando en la estacada a las personas más vulnerables de nuestra comunidad. La sociedad navarra es diversa y multicultural y, por desgracia, también con una diferencia de ingresos económicos considerable. Las medidas de confinamiento que se han tomado, tanto en el ámbito estatal como en el local, no tienen en cuenta estas diferencias ni las situaciones a las que se enfrentan muchas familias en exclusión.

Tracy, de Nigeria, vive con su hija de 18 meses en una habitación en San Jorge. Con la cama, la silleta y un armario apenas tienen espacio para moverse. Paga 280€ al mes y ni siquiera tiene derecho a uso del salón. Es víctima de violencia de género y llegó a Pamplona alejándose de su exmarido, un maltratador español. Recibe la Renta Garantizada, pero busca empleo y una vivienda digna desde hace tiempo. “Me siento como en una cárcel”, nos dice.

Como Nasly, Andrea y Tracy hay cientos de familias en Pamplona, muchas monomarentales y con criaturas a su cargo, que malviven en situación de hacinamiento en pequeñas habitaciones, con sus derechos humanos básicos vulnerados: derecho a una vivienda digna, a la educación y de la infancia. El Ayuntamiento de Pamplona posee más de 100 viviendas vacías en zonas como el Mercado del II Ensanche, la antigua Estación de Autobuses, el Grupo San Pedro en la Rochapea o el paseo de Sarasate. También el Gobierno de Navarra dispone de más de 150 viviendas de camineros distribuidas por la geografía navarra. El nuevo Departamento de Políticas Migratorias y Justicia tampoco parece que dé solución a esta situación por contar con recursos insuficientes para abordar de forma correcta e integral estas situaciones de vulnerabilidad extrema y exclusión residencial, al tener Navarra un raquítico parque público de vivienda de alquiler social. Probablemente, Ayuntamiento y Gobierno nos respondan que dichas viviendas están pendientes de reformas y no cumplen las condiciones adecuadas. Señores/as de las instituciones, ¿acaso estos miserables pisos patera de alto coste las cumplen? Urge adoptar medidas ya para esta situación de emergencia de vivienda que, si en condiciones normales ya es intolerable en una sociedad supuestamente desarrollada, en esta situación de confinamiento es totalmente inadmisible.

Isabel vive en una habitación en la Rochapea con su hija de 17 años, sin ingresos ni alimentos, le niegan la ayuda de emergencia por no llevar 1 año empadronada en Navarra. Tampoco a Andrea, con 3 menores, porque sólo lleva desde enero; ni a Paola, durmiendo en un sofá y sin ayuda ni para alimentos; ni a S., con 3 criaturas, encerradas en una habitación con miedo a salir por el maltrato por parte del propietario: “Mis hijos lloran y yo lloro por ellos mirando al techo sin poder hacer nada por ayudarles”, cuenta.

Las Unidades de Barrio y las trabajadoras sociales no les pueden ayudar porque les dicen que no hay recursos en su situación. Evidentemente, no es sólo un problema de migración, sino que es una cuestión del Departamento de Vivienda, de Salud, de Educación, de Igualdad y de Derechos Sociales, especialmente de la infancia, y como tal hay que tratarlo. El Defensor del Pueblo de Navarra, Javier Enériz, ha solicitado información al Gobierno de Navarra y al Ayuntamiento de Pamplona-Iruña para valorar esta situación. Demandamos la creación de una mesa trabajo y coordinación ante esta emergencia entre Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Pamplona-Iruña, y todos sus departamentos internos, para dar una respuesta integral a esta situación de forma inmediata.

Publicado en:

https://www.noticiasdenavarra.com/opinion/tribunas/2020/04/24/confinamiento-hacinamiento-pamplona/1040957.html

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UN MUNDO AL REVÉS

CARMEN LACUNZA ASTIZ 20/04/2020

La actual situación de parón generalizado nos está sirviendo para ver claramente lo obvio, aquello que nuestra hiperactividad cotidiana, combinada con los mensajes recibidos desde los «medios de distracción y persuasión», nos permitían no percibir; que estamos viviendo en un mundo al revés.

En un mundo en que el dinero es la religión absoluta, cuánto más esencial es el trabajo de una persona peor pagado está; quienes están cuidando a nuestras personas mayores o con necesidades especiales, limpiando nuestras casas y cultivando nuestras tierras lo hacen en general a cambio de salarios de miseria. Al mismo tiempo, buena parte de los trabajos mejor pagados serían prescindibles, como los relativos a la economía financiera o los futbolistas de élite.

La actual emergencia sanitaria nos ha permitido comprobar, si aún teníamos alguna duda, los resultados de «externalizar» a empresas buena parte de los servicios esenciales, como las residencias de personas mayores. En las residencias gestionadas por empresas subcontratadas las y los residentes no reciben una atención adecuada porque el número de trabajadoras, tan estresadas como mal pagadas, es muy escaso. Muchas de estas personas que realizan los trabajos peor pagados han llegado de otras tierras y buena parte de la sociedad les mira por encima del hombro. Son utilizadas como chivo expiatorio de todos los males de nuestra sociedad; «vienen a robarnos nuestro trabajo, nuestra vivienda, nuestro bienestar…», fomentando la guerra entre pobres y desviando la atención de los auténticos culpables; quienes buscan el beneficio económico a costa de lo que sea.

Estas personas migrantes que están haciendo los trabajos esenciales a menudo no tienen los papeles en regla ni forma de regularizar su situación. Como en una pesadilla kafkiana se encuentran atrapadas en un contexto de normas inhumanas y en un sofisticado e infinito laberinto burocrático de ventanillas administrativas. Estas personas en situación irregular, tremendamente vulnerables –más bien vulneradas– son para el mercado mano de obra a precio de saldo.

En una manifestación de hipocresía infinita, en el contexto de la crisis del coronavirus, las instituciones del Estado no han tenido rubor en ofrecer contrato a personas extranjeras con títulos sanitarios no homologados, advirtiéndoles de que es algo coyuntural; que cuando acabe la crisis sus títulos serán de nuevo inservibles.

Paradójicamente, muchas de estas personas vienen de países tan empobrecidos como ricos en recursos. De hecho, muchas veces su miseria es consecuencia de la riqueza de sus tierras. Los «informativos» nunca nos cuentan que muchas de esas personas que llegan han salido desesperadas de su casa huyendo del cambio climático o de guerras organizadas para que enormes empresas multinacionales con capital europeo puedan explotar los recursos de sus territorios al menor coste posible.

Hoy he desayunado café cultivado en Nicaragua, he encendido la calefacción con gas de Argelia, he mirado mis «wasaps» en un móvil fabricado con coltán del Congo y la hora en un reloj alimentado con litio de Bolivia. Mi ropa está fabricada en Bangladesh y mis zapatillas de deporte en Indonesia. La gasolina de mi coche fue producida con petróleo de Nigeria.

¿Por qué ponemos tantos muros a las personas que vienen de otros lugares? ¡Todas las personas tenemos los mismos derechos! Ojalá la especial situación que estamos viviendo nos sirva para poner en valor lo esencial.

Publicado en:

https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/gara/editions/2020-04-20/hemeroteca_articles/un-mundo-al-reves